viernes, 29 de abril de 2011

dia de la madre

“Querida Kitty:
Hoy tengo que confesarte dos cosas que llevarán mucho tiempo, pero que debo contarle a alguien, y entonces lo mejor será que te lo cuente a ti, porque sé a ciencia cierta que callarás siempre y bajo cualquier concepto.
Lo primero tiene que ver con mamá. Bien sabes que muchas veces me he quejado de ella, pero que luego siempre me he esforzado por ser amable con ella. De golpe me he dado cuenta por fin de cuál es el defecto que tiene. Ella misma nos ha contado que nos ve más como amigas que como hijas. Eso es muy bonito, naturalmente, pero sin embargo una amiga no puede ocupar el lugar de una madre…
A una madre me la imagino como una mujer que en primer lugar posee mucho tacto, sobre todo con hijos de nuestra edad, y no como Mansa, que cuando lloro -no a causa de algún dolor, sino por otras cosas- se burla de mí…” (A. Frasnk: “Jueves, 6 de enero de 1944”, pág. 180-181, o.c.)

“… A veces me pongo a pensar: ¿no habrá nadie que pueda entenderme, que pueda ver más allá de esa ingratitud, más allá del ser o no ser judío, y ver en mí tan sólo a esa chica de catorce años, que tiene una inmensa necesidad de divertirse un rato despreocupadamente? No lo sé, y es algo de lo que no podría hablar con nadie, porque sé que me pondría a llorar. El llanto es capaz de proporcionar alivio, pero tiene que haber alguien con quien llorar. A pesar de todo, a pesar de las teorías y los esfuerzos, todos los días echo de menos a esa madre que me comprenda. Por eso, en todo lo que hago y escribo, pienso que cuando tenga hijos querría ser para ellos la mamá que me imagino. La mamá que no se toma tan en serio las cosas que se dicen por ahí, pero que sí se toma en serio las cosas que digo yo. Me doy cuenta de que... (me cuesta describirlo) pero la palabra «mamá» ya lo dice todo. ¿Sabes lo que se me ha ocurrido para llamar a mi madre usando una palabra parecida a «mamá»? A menudo la llamo Mansa, y de ahí se derivan Mans o Man. Es como si dijésemos una mamá imperfecta, a la que me gustaría honrar cambiándole un poco las letras al nombre que le he puesto. Por suerte, Mans no sabe nada de esto, porque no le haría ninguna gracia si lo supiera…” (A. Frank: “Viernes, 24 de diciembre de 1943”, pág. 175, o.c.)

“… Intento aferrarme a papá, porque cada día desprecio más a mamá, y porque es el único que todavía hace que conserve mis últimos sentimientos de familia…
Para mí, mamá no es mi madre. Yo misma tengo que ser mi madre. Me he separado de ellos, ahora navego sola y ya veré dónde voy a parar. Todo tiene que ver sobre todo con el hecho de que veo en mí misma un gran ejemplo de cómo ha de ser una madre y una mujer, y no encuentro en ella nada alo que pueda dársele el nombre de madre…
¿Habrá gente que pueda satisfacer plenamente a sus hijos?...” (A. Frank: “Sábado, 30 de octubre de 1943”, pág. 161, o.c.)

“… Querida Kitty:
Volviendo por enésima vez al tema de la educación, te diré que hago unos esfuerzos tremendos para ser cooperativa, simpática y buena y para hacer todo de tal manera que el torrente de comentarios se reduzca a una leve llovizna. Es endiabladamente difícil tener un comportamiento tan ejemplar ante personas que no soportas, sobre todo al ser tan fingido. Pero veo que realmente se llega más lejos con un poco de hipocresía que manteniendo mi vieja costumbre de decirle a cada uno sin vueltas lo que pienso (aunque nunca nadie me pida mi opinión ni le dé importancia). Por supuesto que a menudo me salgo de mi papel y no puedo contener la ira ante una injusticia, y durante cuatro semanas no hacen más que hablar de la chica más insolente del mundo...” (A. Frank: “Domingo, 11 de julio de 1943”, pág. 123-124, o.c.)

“… Todos dicen que hablo de manera afectada, que soy ridícula cuando callo, descarada cuando contesto, taimada cuando tengo una buena idea, holgazana cuando estoy cansada, egoísta cuando como un bocado de más, tonta, cobarde, calculadora, etc. Todo el santo día me están diciendo que soy una tipa insoportable, y aunque me río de ello y hago como que no me importa, en verdad me afecta, y me gustaría pedirle a Dios que me diera otro carácter, uno que no haga que la gente siempre descargue su furia sobre mí…” (A. Frank: “Sábado, 3o de enero de 1943”, pág 97, o.c.)

Cuestiones
Si tú fueras madre o padre, ¿cómo crees que deberías tratar a tus hijos adolescentes?
¿Crees que las cualidades de la madre o del padre ideal han de variar según la edad de sus hijos e hijas? ¿Qué rasgos consideras que han de ser constantes en la forma de ser de los padres y qué aspectos debe ir modificándose al mismo tiempo que los hijos e hijas van creciendo?
¿Qué no se le debe decir nunca a un hijo o hija? ¿Y qué no se puede olvidar de decirle?
¿En qué medida o proporción influye el ambiente y la relación familiar en el comportamiento de los hijos?
¿Por qué los conflictos entre padres e hijos pueden acabar violentamente (gritos, insultos…)? ¿Cómo se podría decir lo que se piensa sin acabar en una pelea?

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